Esta palabra, que no tiene nada que ver a su significado en
español (galleta), es una de las bases en las que sustenta la publicidad
segmentada y personalizada. Este código informático, sumado a los movimientos
que realiza un usuario a lo largo de su búsquedas en internet y a los datos
almacenados en sus perfiles de redes sociales, consiguen que se genere una
información personal de todos los usuarios y que, en la medida de los posible,
las marcas y las compañías tecnológicas aprovechan para su negocio. De esta
manera se mostrará un anuncio
¿No te has dado cuenta nunca de que si en tu perfil de
Facebook has escrito que te encuentras en una relación no te aparecen los
típicos anuncios de páginas de citas que sí le aparecen a tu amigo soltero? Ahí
se encuentra el gran potencial de la publicidad segmentada, puesto que una
empresa puede atacar con anuncios personalizados para cada usuario en función
de sus gustos y aficiones. Toda una revolución hace una década y que empresas
como Facebook o Amazon han aprovechado al máximo.
Las «cookies» pueden aliviar procesos engorrosos, como
rellenar un formulario con datos personales. Sin embargo, las agencias de
seguridad han advertido en retiradas ocasiones que la falta de información
sobre lo que se hace con esos paquetes de datos pueden convertir ese ahorro de
tiempo en un quebradero de cabeza.
Hay dos tipos de «cookies»: las temporales y las
permanentes. Las primeras, también llamadas de sesión, sólo persisten mientras
dura la misma y una vez cerrado el navegador, desaparecen. Las permanentes, por
el contrario, se mantienen en el tiempo durante un número variable de sesiones
o hasta que el usuario las elimina manualmente. Estas son las que permiten, por
ejemplo, obtener información meteorológica de un lugar sin que tengamos que
especificar cada vez nuestra ubicación. En definitiva, personalizan la
experiencia de uso.
A este tipo de «cookies» se suman las de «tercero», creadas
por web que se dedican a «rastrear» el movimiento del usuario con fines
comerciales. Son, gracias a ellas, por lo que que muchas veces aparecen
anuncios de los últimos zapatos que revisamos en, por ejemplo, la tienda de
Amazon.
En España existe una ley de «cookies» que radica en los
posibles problemas de privacidad y seguridad, ya que pueden ser utilizadas en
el «spyware» de agencias de publicidad y en software de «hackers» para obtener
información acerca de los hábitos de navegación del usuario. A pesar de que las
«cookies» pueden ser eliminadas, aceptadas o bloqueadas por el usuario,
configurando las correspondientes opciones del navegador, la normativa europea
exige un consentimiento explícito por parte del usuario de un sitio web. La
normativa, por tanto, obliga a informar al usuario, de forma clara y completa,
antes de instalar una «cookie» y a que consienta de forma explícita el almacenamiento
de las mismas en su ordenador.
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